EL ALIMENTO DE LA PALABRA DE DIOS PARA NUESTRA FAMILIA

VI DOMINGO DE PASCUA

«NO PIERDAN LA PAZ NI SE ACOBARDEN»

Esta iniciativa tiene la intención de acercar más a las familias a los tesoros que abundan en la Palabra de Dios. Pongo en tus manos estos sencillos pasos que, si se llevan a cabo como se aconseja, estoy seguro que ayudarán a papás, hijos, abuelos y a todos los miembros de cada familia a conocer, comprender y poner en práctica lo que Dios una y otra vez nos dice en su palabra, que es pan que alimenta y vida para el mundo. El Espíritu Santo ilumine a cada familia en esta aventura, y la Virgen María y San José nos muestren a la Palabra hecha carne, a quien ellos mismos contemplaron.

Pbro. Martín González Soria

Catedral de San Buenaventura, Edo. de México.

PASO 1. ORAMOS EN FAMILIA PARA PREPARARNOS A ESCUCHAR

Estando reunida la familia hacen la siguiente oración:

Papá o mamá: Señor, Padre nuestro, queremos que tú seas el centro de nuestra familia. Te ofrecemos nuestro hogar y nuestro corazón. Especialmente te damos gracias por el don de la creación y de nuestra redención. Ponemos en tus manos a tantas familias que están pasando por momentos difíciles para que experimenten tu consuelo y tu paz. Amén

Todos los demás miembros de la familia: Señor, tu Palabra sea lámpara que ilumine nuestros pensamientos, palabras y acciones, a fin de que transforme y moldee el barro del que estamos hechos y así, cada vez más, tomemos la forma que tú quieres, que tú has soñado para esta familia. Virgen María, prepara nuestro corazón para acoger la Palabra como tú la acogiste y te alimentaste de ella. Amén.

Finalmente rezan juntos un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.

PASO 2. ESCUCHAMOS EN FAMILIA LA BUENA NOTICIA

En este ambiente de oración leemos y escuchamos el pasaje bíblico: (un miembro de la familia lee 2 veces el pasaje del evangelio según San Juan Capítulo 14, versículos 23-29)

+ Del Santo Evangelio según San Juan 14, 23-29

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. En que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió.

            Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho.

            La paz les dejo, mi paz les doy. No se las doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: «Me voy, pero volveré a su lado». Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean.

Palabra del Señor.

PASO 3. PROFUNDIZAMOS LA PALABRA DE DIOS EN FAMILIA

(Un integrante de la familia lee lo siguiente)

Palabras, frases y verbos clave que aparecen en el texto bíblico: amar, Padre, morada, Espíritu Santo, paz, creer.

El texto bíblico de hoy nos expone parte del discurso de despedida que Jesús hace a sus discípulos. Después de la partida de Jesús, de su ascensión, los cristianos no quedarán solos, comenzará una nueva presencia que él mismo les anuncia hoy, una presencia trinitaria. Esta presencia nueva tiene que ver con el amor, no puede ser de otra manera, después de la ascensión de Cristo la persona que viva en el amor cumplirá la Palabra de Dios y al mismo tiempo se convertirá en morada de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. En esta lógica, el amor en nosotros atrae a Dios, el amor hace que venga Dios, qué hermoso y qué grandeza poseemos, por el amor hacemos posible que el mismo Dios venga e inhabite en nuestro ser.

De manera análoga, mientras Jesús va al cielo, es decir, al Padre, al mismo tiempo nos promete un cielo en la tierra, sí, convertirnos en una morada habitada por él. Ya desde el Antiguo Testamento, el profeta Zacarías había prometido en nombre de Yahvé: «Yo vengo a habitar en ti». Israel esperaba que esto habría de tener lugar en el templo, la casa de Dios (Cf Éx 25, 8; 1Re 8, 27ss), pero para el pensamiento del evangelista San Juan ya ha llegado la hora en que los hombres adorarán al Padre no en el monte Garizín, lugar donde lo adoraban los samaritanos, ni en el templo de Jerusalén, lugar donde lo adoraban los judíos, sino en Espíritu y en verdad (Cf Jn 4, 21-24), es decir, no es en un lugar particular donde se podrá adorar a Dios sino en cada corazón, en cada uno de nosotros.  Todo esto es posible por el amor, como decía San Agustín: «Es el amor el que separa a los santos del mundo».

            Al irse Jesús, anuncia a sus discípulos que el Padre enviará en nombre suyo al Espíritu Santo, al Paráclito, es decir al consolador, el abogado, el que les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que Jesús les ha dicho, de esta manera, la misión del Paráclito viene a completar la de Jesús. Al mismo tiempo la paz que deja Jesús a sus discípulos, que dicho sea de paso, nada tiene que ver con la ausencia de guerra ni con la sensación psicológica de bienestar, sino con la vida en abundancia que había anunciado para los suyos (Cf. Jn 10, 10), esta vida tiene de particular que comenzamos a gozarla ya desde este mundo y se continuará prolongándose hasta la vida eterna; en otras palabras, con el don de su paz, Jesús nos está dando su alegría plena, su misma vida, la vida eterna; por eso los discípulos y con ellos nosotros, no hemos de tener miedo ni acobardarnos ante la partida del Maestro porque su salida de este mundo implicará una nueva presencia, la del Espíritu Santo que guiará y asistirá a la Iglesia en todo momento y la de su misma compañía hasta el fin del mundo (Mt 28, 20).

PASO 4. MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS EN FAMILIA

(El papá o la mamá dirigen este paso)

  • Al confrontarnos con la Palabra de Dios, ¿Nos consideramos como una familia donde Dios inhabita, es decir, donde Dios tiene su morada? ¿En qué lo podemos notar?
  • ¿El amor es el distintivo de nuestra familia? ¿En qué lo notamos? ¿Somos una familia que atrae la presencia de Dios, que hace que Dios venga y more entre nosotros?, ¿Qué podemos realizar para que esto sea verdad y se haga una realidad?
  • ¿Nos consideramos una familia que adora a Dios no es un lugar determinado, sino en Espíritu y en verdad, es decir en cada uno de quienes la formamos?, ¿Reconocemos a Dios presente y habitando en el papá, en la mamá, en los hijos, hermanos, abuelos?
  • En el seno de nuestra familia, ¿Vivimos el don de la paz, es decir, de la alegría y vida en abundancia que Jesús nos ha dejado?, ¿Cómo lo notamos?
  • ¿Nos sabemos y experimentamos como una familia que invoca al Espíritu Santo para que venga, nos comunique y nos enseñe la Palabra de Jesús?

PASO 5. ORAMOS CON LA PALABRA DE DIOS EN FAMILIA

(El papá o la mamá dirigen este paso)

  • Espontáneamente démosle gracias y alabemos a nuestro Padre Dios por su Palabra.
  • Pidámosle con humildad que él sea el centro de nuestro hogar, que su presencia more en nuestra familia.
  • Pidámosle perdón por las veces en que no lo hemos reconocido en nuestros papás y hermanos.
  • Démosle gracias por el don de su paz que nos ha dejado y pidámosle ser valientes en ser sus testigos.
  • Por último, invoquemos al Espíritu Santo para que venga a nuestra familia y sea siempre nuestro Maestro y Consolador.

PASO 6. ACTUAMOS LA PALABRA DE DIOS EN NUESTRA VIDA

(El papá o la mamá dirigen este paso)

  • ¿Qué acciones concretas podemos hacer como familia para que esta Palabra que ha salido de los labios de Jesús y ha regado nuestro corazón vuelva a él convertida en frutos abundantes?

Después de compartir el punto anterior, todos terminan con esta oración: Gracias Padre bueno porque nos has hablado en tu Hijo, porque hemos escuchado, meditado y orado su Palabra, Palabra que es vida. Concédenos tu gracia para que en nuestra familia la podamos vivir cada día, por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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