EL ALIMENTO DE LA PALABRA DE DIOS PARA NUESTRA FAMILIA

VIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

«TOMAR CONCIENCIA DE NUESTROS JUICIOS

Y TRABAJAR SOBRE NOSOTROS MISMOS»

Esta iniciativa tiene la intención de acercar más a las familias a los tesoros que abundan en la Palabra de Dios. Pongo en tus manos estos sencillos pasos que, si se llevan a cabo como se aconseja, estoy seguro que ayudarán a papás, hijos, abuelos y a todos los miembros de cada familia a conocer, comprender y poner en práctica lo que Dios una y otra vez nos dice en su palabra, que es pan que alimenta y vida para el mundo. El Espíritu Santo ilumine a cada familia en esta aventura, y la Virgen María y San José nos muestren a la Palabra hecha carne, a quien ellos mismos contemplaron.

Pbro. Martín González Soria

Catedral de San Buenaventura, Edo. de México.

PASO 1. ORAMOS EN FAMILIA PARA PREPARARNOS A ESCUCHAR

Estando reunida la familia hacen la siguiente oración:

Papá o mamá: Señor, Padre nuestro, queremos que tú seas el centro de nuestra familia. Te ofrecemos nuestro hogar y nuestro corazón. Especialmente te damos gracias por el don de la creación y de nuestra redención. Ponemos en tus manos a tantas familias que están pasando por momentos difíciles para que experimenten tu consuelo y tu paz. Amén

Todos los demás miembros de la familia: Señor, tu Palabra sea lámpara que ilumine nuestros pensamientos, palabras y acciones, a fin de que transforme y moldee el barro del que estamos hechos y así, cada vez más, tomemos la forma que tú quieres, que tú has soñado para esta familia. Virgen María, prepara nuestro corazón para acoger la Palabra como tú la acogiste y te alimentaste de ella. Amén.

Finalmente rezan juntos un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.

PASO 2. ESCUCHAMOS EN FAMILIA LA BUENA NOTICIA

En este ambiente de oración leemos y escuchamos el pasaje bíblico: (un miembro de la familia lee 2 veces el pasaje del evangelio según San Lucas Capítulo 6, versículos 39-45)

+ Del Santo Evangelio según San Lucas 6, 39-45

En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo: «¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

       ¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: «Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo», si no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano.

       No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos. El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón. Palabra del Señor.

PASO 3. PROFUNDIZAMOS LA PALABRA DE DIOS EN FAMILIA

(Un integrante de la familia lee lo siguiente)

Palabras, frases y verbos clave que aparecen en el texto bíblico: ciego, maestro, paja, viga, ojo, árbol, hombre, bueno, malo, frutos, corazón.

Con este texto bíblico se concluye el discurso que Jesús pronunció en el llano, conocido también como el discurso de la llanura, que comenzó con las bienaventuranzas.

Poniendo atención a la estructura del texto, descubrimos que el número dos se encuentra una y otra vez, por ejemplo: dos ciegos, paja y viga, mi hermano y yo, lo bueno y lo malo, árbol bueno y árbol malo, hombre bueno y hombre malo. En estas expresiones se contienen enseñanzas fundamentales para que las relaciones con nuestro prójimo sean verdaderamente cristianas, exigiéndonos la madurez espiritual que requieren. Detengámonos en las preguntas que hace Jesús sobre los dos ciegos. En este ejemplo, Jesús nos pone delante de nuestra propia ceguera, ya que cuando pretendemos aconsejar o guiar a los demás, no queremos darnos  cuenta que también estamos ciegos sobre lo mismo que queremos corregir en el hermano, denunciamos el pecado o las debilidades del otro sin caer en la cuenta que son las nuestras u otras perores; en consecuencia, cuando deseamos «ver» el mal en el prójimo lo hacemos estando ciegos, porque cuando juzgamos en realidad no vemos, nuestros juicios nos hacen ciegos porque éstos nos llevan a encerrarnos a nuestros propios defectos y abrirnos hacia los defectos de los demás, creemos que obramos bien pero en realidad cuando juzgamos al hermano nos estamos juzgando a nosotros mismos. En otras palabras, cuando sólo estamos al pendiente del otro para ver lo que hace o deja de hacer y lo juzgamos desde nuestros criterios subjetivos y personales, no demostramos otra cosa que las tinieblas que hay en nuestro interior y la carencia de formación que tenemos como discípulos de Jesús. Por eso, no es bueno ponernos en lugar de nuestro Maestro, Jesucristo, hemos de aprender, por el contrario, a no juzgar como Jesús no juzgó. De ahí que la invitación sea clara: hacernos cristianos es hacernos hermanos de nuestro prójimo, es salir primero de nuestras tinieblas personales, no poniéndonos como sus jueces implacables sino como hermanos de verdad, a fin de que, con ojos nuevos y junto con ellos construyamos una nueva realidad.

Pero, ¿cómo lograr estas nuevas actitudes? ¿cómo parecernos cada vez más a nuestro Maestro, Jesús, viviendo como hermanos y no como jueces? Esto sólo es posible con la gracia de Dios, por eso no puede haber progreso espiritual sin una relación constante con él, no depende sólo de nosotros mismos ni sólo de nuestra buena voluntad, por muy recta que pudiera ser, sino de la gracia que viene de lo alto, y esa hay que pedirla siempre, en todo momento, porque sólo Dios hace nuevas todas las cosas y todas las personas.

En cuanto a la enseñanza: «No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol bueno que produzca frutos buenos», estos ejemplos de Cristo sacados de la naturaleza nos invitan a traducir en la vida diaria nuestra relación con Cristo, por eso hemos afirmado que es absolutamente necesario nuestro encuentro y relación con Jesús, tratar a Jesús en la oración nos llevará a dar los frutos que él espera que produzcamos.

PASO 4. MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS EN FAMILIA

(El papá o la mamá dirigen este paso)

  • ¿Nos imaginamos a un ciego guiando a otro ciego? ¿qué pasaría? ¿Por qué somos ciegos cuando juzgamos a los demás? ¿Qué actitudes nos invita a tener este mensaje de Jesús en nuestras relaciones interpersonales y qué actitudes nos invita a quitar de nuestra vida? Recordemos la regla de oro que Jesús nos decía la semana pasada: «Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes».
  • Dice un dicho: «El buen juez por su propia casa empieza», ¿Somos una familia acostumbrada a ver los defectos de los demás? ¿Qué podemos hacer para comenzar por nosotros mismos, haciendo lo que nos toca hacer, para crecer y evitar juicios y prejuicios?
  • Jesús afirma: «Cada árbol se conoce por sus frutos», ¿nuestra familia está unida a Jesús, cómo lo notamos? ¿nos distinguimos porque producimos buenos frutos? ¿qué frutos buenos podemos descubrir que hay en nuestra familia?
  • También Jesús nos enseña con estas palabras: «El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en su corazón», ¿de qué está lleno nuestro corazón?, ¿nuestras palabras expresan las cosas buenas que hay en nuestro corazón? ¿si sólo expresamos cosas negativas y que dañan a los demás, qué hemos de hacer para evitarlo?

PASO 5. ORAMOS CON LA PALABRA DE DIOS EN FAMILIA

(El papá o la mamá dirigen este paso)

  • Espontáneamente démosle gracias a nuestro Padre Dios por su Palabra.
  • ¿Qué le decimos a Jesús para que seamos una familia que se distinga por sus buenos frutos?
  • Hagamos oración para que el Seños nos asista con a fin de que vivamos poniendo atención en nosotros mismos, sin pasarnos la vida viendo y juzgando a los demás.
  • Démosle gracias a Dios porque nos ha dado palabras de vida eterna, pidámosle que nuestro corazón está siempre lleno de él, de su presencia, para que así, hablemos palabras de bondad y misericordia para nuestros hermanos.

PASO 6. ACTUAMOS LA PALABRA DE DIOS EN NUESTRA VIDA

(El papá o la mamá dirigen este paso)

  • ¿Qué acciones concretas podemos hacer como familia para que esta Palabra que ha salido de los labios de Jesús y ha regado nuestro corazón vuelva a él convertida en frutos abundantes?

Después de compartir el punto anterior, todos terminan con esta oración: Gracias Padre bueno porque hemos escuchado, meditado y orado tu Palabra, tu Palabra que es vida. Concédenos tu gracia para poder vivirla cada día, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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