Homilía del viernes IV del tiempo de cuaresma (Sab 2, 1. 12-22; Salmo 33; Jn 7, 1-2. 10, 25-30)
Pbro. Didier Munsiensi Mawete
La realidad de la vida del hombre es muy compleja. Los enfrentamientos de la vida no vienen sólo por el hecho de haber cometido una falta. Nuestro estilo de vida puede ser ocasión de incomodidad para los demás. Pero ¡ojo! Es muy noble que el hombre bueno mantenga su bondad hasta el final de su vida. El Señor Jesús, el cordero inmolado, ve la conspiración de la gente en contra de él.
Gente pretenciosa de conocerle al Hijo del hombre. Él les dijo: “Conque me conocen a mí y saben de dónde vengo… Pues bien, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; y a él ustedes no lo conocen. Pero, yo sí lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado”. Esta reacción suscita más incomodidad a los verdugos de Jesús que quieren aprehenderlo.
Pero, la sagrada escritura nos enseña que “su tiempo todavía no ha llegado”. Ya lo sabemos que el tiempo de Dios no es sucesión de hechos y efecto, sino el Kairos: evento, capaz de cambiar el transcurso de los acontecimientos de la vida. Como a ti también, mientras sigues abriendo los ojos cada mañana, sigue el camino, enfócate en tus objetivos, porque tu tiempo no ha llegado todavía, mientras estas en la mano de Dios.
Para tomar en cuenta
Lo que dice la gente no es lo que somos. Porque no nos conocen, saben algo de nosotros, pero, no de nuestro profundo interior. No temas la muerte, si estas con Dios, mantén tu calma y que la paz del señor sea tu fortaleza. Sigues en la verdad y no te arrepientas de haber hecho el bien o de haber amado. Si por eso te van a matar, más te vale, porque mueres por el bien. Pero si hiciste el mal, busca la reconciliación porque la muerte de un pecador no agrada a Dios. Sé valiente, confía en el Señor y todo te ira bien.