Homilía del lunes V del tiempo de cuaresma (Dn 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62; Salmo 22; Jn 8, 12-20)
Pbro. Didier Munsiensi Mawete.
“El Señor Dios, salva al inocente”. Una sabiduría popular dice:” la mentira vino por el elevador, pero, la verdad vino, después, por la escalera y llego”. El tiempo es el enemigo de la mentira. La ilusión que tiene los mañosos, les concede la impresión de ser muy inteligentes y piensan que ellos, por sus mañas pueden todo. Pero, se olvidan de que es Dios quien hace todo.
El refrán: “Dios salva al inocente”, no es suficiente con la acción de Dios en la vida de los hombres, es decir que el Señor Dios del universo va mas allá. “Dios salva al que espera en él”. Susana, demostró su confianza al Señor y alzó la voz, exclamó: “Dios eterno, que conoces los secretos y lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que éstos me han levantado un falso testimonio. Y voy a morir sin haber hecho nada de lo que su maldad ha tramado contra mí”. Si te sientes defraudado, alzas la voz al Dios vivo que hace justicia a los inocentes, como lo hizo Susana y te salvará. ¡Ten confianza y no temas!
En el santo evangelio el Señor Jesús hace un esfuerzo enorme de llevar a los fariseos a entender que Él esta en el seno de Dios, Padre y que el Padre y Él son uno. Pero, los fariseos se cerraron en su poco conocimiento de Dios.
El orgullo, no permite al hombre ver rápidamente los efectos de la acción de Dios en su vida. Por otra parte, el Señor, nos insiste que no debemos de esperar la acreditación de los demás. Si sabemos que lo que hacemos está bien y que es para favorecer la vida en nosotros y para los demás, no necesitamos que alguien nos de crédito. Ya con el bien podemos avanzar.
Por eso el testimonio del Hijo del hombre es verdad, por sí mismo se acredita, porque viene de la acción de Dios en Jesús. Confiamos nuestra vida en manos de Jesús que nos dice: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en la oscuridad y tendrá la luz de la vida”. Danos, Señor de tu luz y viviremos.