II DOMINGO DE PASCUA O DE LA DIVINA MISERICORDIA

EL PAN DE LA PALABRA DE DIOS PARA NUESTRA FAMILIAI DOMINGO DE PASCUA O DE LA DIVINA MISERICORDIA

«DEL MIEDO A LA PAZ Y DE LA PAZ A LA MISIÓN»

Esta iniciativa tiene la intención de acercar más a las familias a los tesoros que abundan en la Palabra de Dios. Pongo en tus manos estos sencillos pasos que, si se llevan a cabo como se aconseja, estoy seguro que ayudarán a papás, hijos, abuelos y a todos los miembros de cada familia a conocer, comprender y poner en práctica lo que Dios una y otra vez nos dice. El Espíritu Santo ilumine a cada familia en esta aventura, y la Virgen María y San José nos muestren a la Palabra hecha carne, a quien ellos mismos contemplaron.

Pbro. Martín González Soria

Catedral de San Buenaventura, Edo. de México.

PASO 1. ORAMOS EN FAMILIA

Estando reunida la familia hacen la siguiente oración:

Papá o mamá: Señor, Padre nuestro, queremos que tú seas el centro de nuestra familia. Te ofrecemos nuestro hogar y nuestro corazón. Especialmente te damos gracias porque nos das la oportunidad de celebrar contigo esta hermosa fiesta de la Resurrección de tu Hijo, que es también nuestra resurrección, con ella él ha vencido nuestro pecado y nuestra muerte y nos has dado nueva vida en el Espíritu Santo. Amén

Todos los demás miembros de la familia: Señor, tu Palabra sea lámpara que ilumine nuestros pensamientos, palabras y acciones, a fin de que transforme y moldee el barro del que estamos hechos y así, cada vez más tomemos la forma que tu quieres, que tú has soñado para esta familia. Virgen María, prepara nuestro corazón para acoger la Palabra como tú la acogiste y te alimentaste de ella. Amén.

PASO 2. ESCUCHAMOS EN FAMILIA LA BUENA NOTICIA

En este ambiente de oración leemos y escuchamos el pasaje bíblico: (un miembro de la familia lee 2 veces el pasaje del evangelio según San Juan Capítulo 20, versículos 19 al 31)

Del Santo Evangelio según San Juan 20, 19-31

Ocho días depués se les apareció Jesús

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.

De nuevo Jesús les dijo: «La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo». Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar».

Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otro discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré».

Ocho días después estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». Luego le dijo a Tomás: «Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree». Tomás le respondió: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús añadió: «Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto».

Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritas en este libro. Se escribieron estas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.

Palabra del Señor.

PASO 3. ANTES DEL DIÁLOGO EN FAMILIA ES NECESARIO TENER EN CUENTA QUE …

Al anochecer del día de la resurrección. Esta aparición de Jesús resucitado a sus discípulos, se da en el mismo día de la resurrección y en este mismo día Jesús les da también al Espíritu Santo, haciéndolos así, discípulos de su misericordia.

Las puertas están cerradas. El miedo a los judíos hace que los discípulos estén encerrados. Este es un simbolismo de un contraste muy evidente. Mientras Jesús ha resucitado, los discípulos están llenos de miedo y de tristeza, encerrados, el miedo los ha paralizado y sumergido en la inactividad. Cuando sentimos miedo, nos encerrarnos en nosotros mismos, creemos que ya todo está perdido, que nada tiene sentido. Es  en este contexto que Jesús se presenta, busca a sus discípulos, como el Buen Pastor que nunca abandona a sus ovejas.

La paz esté con ustedes. Jesús sabe que sus discípulos necesitan urgentemente la paz, el miedo los tiene prisioneros; por eso, con su saludo, Jesús les trae la paz, su paz hace que el miedo desaparezca. Los discípulos lo ven, es él mismo, ahí están las huellas de su pasión, de su crucifixión, no hay duda. Con Jesús, el sufrimiento y el miedo se transforman en paz y alegría.

El Espíritu Santo convierte a los discípulos en apóstoles de misericordia. El gesto de soplar que Jesús realiza, nos remonta al libro del Génesis, cuando Dios sopla sobre el hombre que ha formado, este soplo hizo que el hombre viviera, porque hasta entonces era un ser sin vida; en otras palabras, el soplo de vida es la misma vida de Dios en el hombre, su Espíritu que da vida, que transforma y crea. Por eso, cuando Jesús sopla sobre ellos, está actualizando, por decirlo así, aquel soplo; ahora la misericordia y el perdón de Dios son los que nos dan vida, si por un lado, el pecado nos trae muerte, el Espíritu Santo nos trae vida, él es el dador de vida.

Tomás, de incrédulo a creyente. Tomás representa a muchas personas de hoy, aquellos que no creen sino lo que ven, esta es una visión muy corta que no nos permite ver más allá de lo material. Esta visión se cierra sólo al mundo de los sensible, de lo que captan nuestros sentidos. Jesús, el Buen Pastor, viene ahora en busca de Tomás. Si ocho días antes se les había aparecido a los diez discípulos que estaban encerrados, ocho días después se le aparece de manera especial a Tomás, que también estaba encerrado en la incredulidad, en lo sensible y en lo material, y por lo tanto, en la falta de fe y de esperanza. La presencia de Jesús hace que  Tomás salga de su incredulidad y realice una profesión de fe maravillosa: «¡Señor mío y Dios mío!». Los ojos de la fe nos llevan a reconocer a Jesús como nuestro Señor y nuestro Dios; esto quiere decir que el que tiene fe ve más que  el que solamente ve con los ojos físicos, ya que éste sólo percibe lo sensible y material. Hemos de tener en cuenta también que, en un primer momento, Tomás se aleja de la comunidad, y es en la comunidad donde Jesús se manifiesta, ocho días después Tomás ya está con la comunidad y es ahí donde nuevamente tiene lugar la presencia de Jesús. Esto nos prevé ante el peligro de abandonar la comunidad, somos Iglesia, pueblo de Dios y comunidad de bautizados, uno de los peligros que amenazan la fe es el aislamiento, que nos lleva a alejarnos y encerrarnos en nosotros mismos, lo que trae como consecuencia no dar lugar al hermano y a la comunidad.

DIALOGAMOS EN FAMILIA CON LA BUENA NOTICIA

  1. ¿Qué miedos podemos identificar en nuestra familia que nos llevan a permanecer cerrados a los demás? ¿Buscamos la paz que Jesús nos trae cuando sentimos esos miedos? ¿Qué miedos nos invita a dejar definitivamente la presencia de Jesús en nuestra familia y qué actitudes nuevas nos invita a tener?
  2. Hemos recibido el don del Espíritu Santo en el Bautismo que nos hizo discípulos de Jesús y en la Confirmación que nos hizo misioneros de Jesús, ¿Nos consideramos una familia abierta a proclamar la misericordia del Señor o aún estamos cerrados por miedo al qué dirán?
  3. Tomás nos enseña que las crisis de fe nos han de llevar a dejarnos encontrar por Jesús, que nos busca. ¿Nos hemos encerrado en las cosas de este mundo o resucitamos con Jesús cada día a las cosas  celestiales? Cuando siento que me falta fe, ¿Busco a mi familia o a la familia de mi parroquia para encontrar a Jesús en esos espacios? ¿Somos una familia que cree en la presencia de Jesús resucitado en medio de ella? ¿En qué lo notamos? ¿De qué encierros nos quiere sacar Jesús? 

PASO 4. ORAMOS Y AGRADECEMOS EN FAMILIA

En torno a una biblia abierta, donde se encuentra el pasaje que acabamos de meditar, y puesta al centro de la familia en una mesita con un cirio encendido, hacemos esta oración.

Decimos todos: «Padre nuestro, envíanos, junto con tu Hijo Jesús, el don del Espíritu Santo, que nos haga salir de nuestros miedos y de las actitudes en la que nos hemos encerrado, que este mismo Espíritu nos transforme en apóstoles de tu amor y de tu misericordia». Amén.

Dios nos ha hablado en su Palabra, ahora ¿qué le respondemos nosotros?, ¿qué nos anima la Palabra decirle a Jesús? A partir de une frase o una actitud de Jesús puedes hacer tu oración. Espontáneamente cada miembro hace oración en voz alta. Finalmente buscamos el canto en google: «Id amigos por el mundo». Escuchamos juntos el canto,

PASO 5. PARA SABER MÁS…

«La Iglesia es la primera que cree, y así conduce, alimenta y sostiene mi fe. La Iglesia es la primera que, en todas partes, confiesa al Señor (Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia, —A Ti te confiesa la Santa Iglesia por toda la tierra— cantamos en el himno Te Deum), y con ella y en ella somos impulsados y llevados a confesar también: «creo», «creemos». Por medio de la Iglesia recibimos la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. En el Ritual Romano, el ministro del bautismo pregunta al catecúmeno: “¿Qué pides a la Iglesia de Dios?” Y la respuesta es: “La fe”. “¿Qué te da la fe?” “La vida eterna”». (Catecismo de la Iglesia Católica 168)

«La salvación viene sólo de Dios; pero puesto que recibimos la vida de la fe a través de la Iglesia, ésta es nuestra madre: “Creemos en la Iglesia como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la Iglesia como si ella fuese el autor de nuestra salvación” (Fausto de Riez, De Spiritu Sancto, 1,2: CSEL 21, 104). Porque es nuestra madre, es también la educadora de nuestra fe». (Catecismo de la Iglesia Católica 169)

RETO EN FAMILIA

Busquen y lean la cita bíblica de la Carta a los Hebreos 11,1 y coméntenla en familia.

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