NAVIDAD viernes 10 de enero de 2020
1Jn 5, 5-13; Sal 147; Lc 5, 12-16.
El amor, como hemos meditado, nos une a la verdad, a la libertad. Y vivir el amor es ser para todos gratuito, dar sin esperar nada de nadie. Y dar no lo que nos sobra, sea algo material, sean actitudes, sea comprensión y servicio, todo gratis.
Un leproso ha escuchado hablar de Jesús. Se le acerca y humildemente le dice: “Señor, si quieres, puedes curarme”. Este hombre entiende de la verdad y del amor. La verdad de la persona y del amor, por eso toca la libertad de Jesús: “si quieres”.
De inmediato Jesús actúa, “extendió la mano y lo tocó, diciendo: ‘Quiero. Queda limpio’”. No hay más que decir o hacer. De libertad a libertad, de respeto a respeto, podemos vivir en el amor. La autenticidad de nuestra existencia está en que somos libres y al tiempo gratuitos.
No hay otra manera de desechar de nuestra vida el odio, la mentira, corrupción, injusticia y de más expresiones del pecado, y no sólo en la dimensión personal, o familiar, o grupal, sino en el urgente cambio que necesita nuestra sociedad toda.
“¿Quién es el que vence al mundo? Sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios”. Sólo si nosotros aceptamos haber renacido del Espíritu Santo en el Bautismo, el agua, y en la Eucaristía, la sangre de Cristo.
Entremos, pues en esta dimensión nueva de nuestra existencia. Superemos la dependencia de las cosas materiales, aún de nuestros propios sentimientos ligados al ansia de satisfacción inmediata, de placer.
Convenzámonos de lo que nos dice el apóstol: “les he escrito estas cosas para que sepan que tienen la vida eterna”. Superemos el temor a quedar sin vida, el pensamiento que nos ha inculcado el mundo: no seas gratuito, si no te dan no des, se te dañan, daña más.