IV CUARESMA miércoles 3 de abril de 2019
Is 49, 8-15; Sal 144; Jn 5, 17-30.
¿Qué debemos hacer cuando actuando el bien y diciendo la verdad, nos atacan? No queda otra que seguir en la verdad y el bien. Pero necesitamos tener una gran fuerza de voluntad, una decisión de corazón muy profunda.
Jesús y aprovecha para profundizar su revelación, para darse a conocer más claramente: “, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida”.
Jesús re vela como Hijo de Dios. Dios es su Padre. Ahora la persecución es doble contra Jesús, porque hace milagros sin guardar la ley, el sábado, y porque se dice Hijo de Dios.
Y nos encontramos ante una situación dramáticamente contradictoria. Al venir el Hijo de Dios a llevarnos a la vida del Padre, cumpliendo la promesa del profeta: “En el tiempo de la misericordia te escuché, en el día de la salvación te auxilié”, nosotros lo rechazamos porque altera nuestras costumbres.
Alegamos que tenemos normas, leyes, tradiciones en nuestra religión, y no vemos que la fe, que la vida bautismal, nos están incorporando a la nueva realidad de la vida en Dios. Queremos quedarnos aferrados a las cosas terrenas.
Y queremos tener una religión terrena, que sólo nos resuelva las cosas para aquí y ahora. No nos interesa la vida para siempre. De ahí viene nuestra incoherencia entre fe y vida. Decimos creer en Dios y no vivimos lo que nos ofrece.
Escuchemos al Señor que nos dice a los prisioneros de nuestro egoísmo: “Salgan”; a los que no queremos ver la verdad: “‘Vengan a la luz’”. Tomemos la decisión esta cuaresma de dar el paso definitivo de la fe en Cristo.
Que se manifieste nuestra fe en la justicia, la promoción de paz y verdad,