Homilía del Señor Obispo Don Guillermo Ortiz Mondragón

II CUARESMA viernes 22 marzo de 2019

Gén 37, 3-4. 12-13. 17-28; Sal 104; Mt 21, 33-43.45-46.

La viña da fruto. Para el dueño de la viña es satisfacción. Para quienes ven de fuera, es una tentación de ganancia. La avaricia se nota en los viñadores al llegar el heredero: “Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia”.

La avaricia apaga los sentidos. Saca de la realidad. Hace fácil todo, hasta el quitar la vida a un indefenso. La avaricia no es sólo querer tener muchos bienes, es también abarcar lo más posible el poder.

Estas dos actitudes del tener y el poder, llevan la mentira como raíz. Eso hace pensar a los que van por ese camino que todo está bien, que les es permitido en la medida que nadie les detenga.

Jesús no hace alusión a la autoridad en esta parábola, llama la atención a la justicia y a la conciencia de cada uno. “les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos”, es la sentencia final.

En el relato de la vida de José vendido por sus hermanos, aparecen estos elementos con otra raíz, la de la envidia. Una manera de apoderarse de la vida de los demás es la esclavitud, tan frecuente en nuestro tiempo.

En el tiempo de Cuaresma tenemos la oportunidad de hacer un examen de conciencia más maduro. Ya no sólo en la línea de lo que pienso, lo que actúo en mi interior. Sino en el modo de relacionarme con los demás, con el mundo.

Desterrar todo tipo de corrupción, de injusticia, de prepotencia es abrir mi mente a la realidad social, en donde estoy llamado a la reconciliación y la paz. Demos ese paso en nuestra madurez como discípulos misioneros.

¡Que no perdamos la participación en el reino que Cristo nos ha ganado con su Sangre!

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