II CUARESMA jueves 21 marzo de 2019
Memoria parcial del Beato Miguel Gómez Loza, mártir mexicano.
Jer 17, 5-10; Sal 1; Lc 16, 19-31.
Un rasgo privilegiado que tenemos como personas es la inteligencia, capacidad de conocer, analizar, concentrarnos en algo. El afecto y la inteligencia perece que no siempre están unidos. A veces gana el afecto a la inteligencia.
Este rico del evangelio pudo haber recibido sus bienes en herencia, o acumular todo con injusticias, o realmente trabajando dignamente. Llegó a amar más sus riquezas y comodidad, que la vida misma.
La parábola deja ver que el rico no se percata del pobre que “yacía a la entrada de su casa”. ¿Cuántas veces pasó cerca de él y no lo vio? Lo dejó ahí, parece ser que ni siquiera lo tuvo en cuenta. Se olvido del pobre y se olvidó de Dios.
Sólo muerto se da cuenta y piensa que nadie se ha dado cuenta de la realidad, de que es necesario salir de sí mismo e ir al pobre. Por eso quiere avisar a su familia. Nada puede hacerse, la decisión definitiva la había tomado antes.
La dramática respuesta de Abraham señala un rompimiento definitivo: “entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá”. La vida, la salvación, la vamos decidiendo desde ahora.
Bien nos dice el profeta Jeremías: “El corazón del hombre es la cosa más traicionera y difícil de curar”. No basta conocer y comprender las cosas. Urge que nos decidamos, afectivamente, a vivirlas.
El tiempo de Cuaresma es para reconectarnos con Dios e interiormente, vivir con coherencia y amar nuestra fe, actuarla. Es pecado de omisión no vivir lo que creemos. No llevar a la vida cotidiana la ley de santidad.
El Beato Miguel Gómez Loza, mártir, llevó su fe al compromiso social en un momento difícil para nuestra Nación. Imitemos su coherencia en nuestra conversión, construyamos la paz.
Memoria parcial del
Nació en Tepatitlán, Jalisco, el 11 de agosto de 1888. Hijo de campesinos, desde su niñez hasta su juventud cuidó de su madre, viuda, en Paredones; nunca abandonó el deseo de superarse en ciencia y en virtud. Desde su juventud fue promotor incansable de la doctrina social de la Iglesia. Junto con su entrañable amigo Anacleto González, en las filas de la Acción católica de la juventud mexicana, de Guadalajara, encontró escuela y cátedra para su formación religiosa y moral, y para sus ansias apostólicas. Sorteando mil dificultades, ingresó a la Escuela libre de Derecho, hasta concluir la carrera. Por defender los derechos de los necesitados, 59 veces fue encarcelado, y golpeado. En 1922 contrajo matrimonio con María Guadalupe Sánchez Barragán. Tuvo tres hijas.
En
1927, durante la persecución religiosa contra la Iglesia, Miguel se unió a la
Liga defensora de la libertad religiosa, empleando todos los medios pacíficos
permitidos para resistir los ataques del Estado a la libertad de credo. Para defender
la libertad y la justicia, aceptó el nombramiento de gobernador de Jalisco,
conferido por los católicos de la resistencia. Perseguido por las fuerzas
federales, fue acribillado por el ejército federal, cerca de Atotonilco el
Alto, Jalisco, el 21 de marzo del año 1928. Fue beatificado por S.S. Benedicto
XVI el 20 de noviembre de 2005. (vatican.va)