Homilía del Señor Obispo Don Guillermo Ortiz Mondragón

II CUARESMA martes 19 marzo de 2019

San José, esposo de la Santísima Virgen María Solemnidad.

Sam 7, 4-5. 12-14. 16; Sal 88; Ro 4, 13. 16- 18. 22; Mt 1, 16. 18-21. 24.

En nuestro país, las familias se van formando a partir del matrimonio. Y es fácil seguir el árbol genealógico por los apellidos. Aunque con frecuencia ya se dan sinonimias, otra cosa que puede ayudar a seguir la línea es el lugar de origen.

En la Sagrada Escritura vemos que se da la genealogía por tribus; todo parte de las primeras doce, los hijos de Jacob, hijo de Isaac, nieto de Abraham. Dios elige a la tribu de Jacob, Israel, de quien nace David y de esa familia nace José.

José viene en la línea de la herencia de la promesa hecha a Abraham. Y el texto de Samuel nos recuerda la promesa hecha a David: “engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino. El me construirá una casa y yo consolidaré su trono para siempre”.

Y el texto del Evangelio corrobora: “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo”. La promesa, de acuerdo a la genealogía, le llega a José, y en él se cumple de manera gratuita.

La virginidad de María es expresión de la gratuidad de Dios. Es imposible que una virgen pueda engendrar un hijo. Sólo bajo la acción de Dios. La fe de José lo lleva a discernir su historia, su existencia toda.

La promesa “no dependía de la observancia de la ley, sino de la justificación obtenida mediante la fe. En esta forma, por medio de la fe”. Ese es el lugar que José asume después de su noche de oración, de zozobra. La opción de fe.

Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor”. Con esta sencillez se manifiesta la acción de fe de José y así es para nosotros el regalo del Mesías, Salvador.

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