Homilía del señor Obispo Don Guillermo Ortiz Mondragón

VI ORDINARIO sábado 23 de febrero de 2019

Rojo Memoria de San Policarpo, obispo y mártir.

Heb 11, 1-7; Sal 144; Mc 9, 2-13.

Normalmente tendemos a ir a la fiesta, no tanto al encuentro con el Señor. Si la religiosidad popular nos ayuda a mantener la relación con la fe, la vida de la Iglesia, también puede bloquearnos en el encuentro con el Señor.

En este texto de la Transfiguración le sucede algo semejante a Pedro. Él, como muchos en su tiempo, esperaban al Mesías triunfador, poderoso. Jesús no niega que es el Mesías, pero no es de este mundo.

Por eso, al mirar a Jesús en medio del gran legislador Moisés y del gran profeta, Elías, percibe lo extraordinario de Jesús que está por encima de la Ley y de los Profetas. Y, luego, escuchando la voz del Padre.

Pedro propone: “Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Sin embargo hay dos elementos, por una parte la voz del Padre que pide escuchar a su Hijo.

Por otra, la aseveración de Jesús sobre la resurrección, que supone la muerte, del Hijo del hombre. Jesús mantiene su identidad de Mesías, enviado por el Padre, no para someterse al mundo, ni actuar con sus criterios.

Los ejemplos de fe que ofrece la carta a los hebreos, nos manifesta el sentido y la importancia de esta virtud, sin ella, no podemos comprender la Promesa ni obtener lo que esperamos. Pedro, nosotros, hemos de madurar en la fe.

No podemos detenermos como Iglesia en una actitud triunfalista, necesitamos seguir escuchando y proclamando el evangelio, construyendo la vida nueva con Cristo Resucitado.

Este ejemplo nos da san Policarpo, obispo. Perseguido es llevado para ser juzgado en Roma. Durante todo el trayecto, a través de cartas, va dando su testimonio de fe y animando a vivir la realidad de la Iglesia. Sigamos su ejemplo de fe.

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