III ORDINARIO viernes 1 de febrero de 2019
Votiva del Sagrado Corazón
Heb 10, 32-39; Sal 36; Mc 4, 26-34
La intención de Jesús de difundir la Buena Noticia del Reinado de Dios a todos y que sea comprendido por todos, lo lleva a elaborar las parábolas, relatos que parten de la realidad y que dan un mensaje profundo, su Reino.
La capacidad que tiene la semilla de desarrollarse por recursos propios y la gran transformación de ser un pequeño grano y llegar a un gran matorral, expresan dos cualidades del reinado de Dios. La autonomía y la universalidad.
El desarrollo del reino no está sometido a las cosas humanas, viene sobre ellas para acogerlas, incorporarlas, enriquecerlas. Todas las parábolas del Reino van en esa línea, de manifestar el amor, el servicio de Dios para el hombre.
Esto expresa la comprensión de Dios que está explicado ampliamente en la carta a los hebreos: el sufrimiento en la persecución no eliminó que los discípulos se compadecieran de los demás, contrastando los verdaderos bienes.
El discípulo tiene otros bienes que no son del mundo. “no pierdan la confianza, pues la recompensa es grande. Lo que ahora necesitan es la perseverancia, para que, cumpliendo la voluntad de Dios, alcancen lo prometido”.
Retoma la imagen de la semilla automática, de la que crece para acoger a todos; ese es el amor del Corazón de Jesús, constante, persistente, no limitado a la pobreza de nuestra respuesta, sino a su intenso poder de perdón.
Este es nuestro camino de fe. fiarnos plenamente del amor del Padre que nos da en su Hijo; vivir ese amor en las actitudes concretas de persistencia en acoger, proteger, capacitar e incorporar a los hermanos, sobre todo los que sufren.
Necesitamos abrir
los ojos para atender a los que son perseguidos en su desde su infancia, los
débiles de decisión que necesitan ser apoyados para perseverar cada vez más en
Cristo.