Homilía del señor Obispo Don Guillermo Ortiz Mondragón

XXVIII ORDINARIO martes 16 octubre de 2018
Santa Margarita María Alacoque, virgen.
Gál 5, 1-6; Sal 118; Lc 11, 37-41.
La fe es una decisión interior que no siempre concuerda con las cosas externas o sentimientos. Va más allá por la libre decisión de seguir a Jesús. En el evangelio Jesús, invitado, corrige las costumbres.
En la actualidad los judíos observantes, al entrar a su casa, purifican sus manos; después se levan las manos para comer. Este es un signo externo de una realidad interna, la pureza de corazón.
Es el reproche de Jesús a los fariseos con quienes comparte una comida. “Ustedes, los fariseos, limpian el exterior del vaso y del plato; en cambio, el interior de ustedes está lleno de robos y maldad”.
Este es el gran reclamo de Jesús, de Pablo, al pueblo elegido, que no ha sabido ir al sentido profundo de la alianza, de la ley. Y es un reclamo para nosotros. Sí es más fácil quedarnos en lo exterior o aparentar, que vivir por convicción.
Si decimos que lo importante es cumplirle a Dios, estamos sometiéndonos a una ley externa, porque estamos buscando hacer y no ser, aparentar y no vivir una verdadera relación con el Señor.
Es doloroso, si nos damos cuenta, el reclamo de Pablo, hecho en sentido positivo: “Cristo nos ha liberado para que seamos libres. Conserven, pues, la libertad y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud”.
¡Sí! No hagamos cosas por comodidad, que tal vez ni nos convenzan del todo, pero pensamos que ‘hay que hacerlas’ para estar bien con Dios. Sólo estamos bien con Dios cuando acogemos su amor, cuando no lo olvidamos.
Dios la eligió a santa Margarita María de Alacoque. La preparó con sufrimientos desde su niñez. Ella, dócil al amor de Jesús, recibe el regalo de su revelación: el corazón amoroso, atravesado por la lanza. Imitemos su amor.

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