XXIII ORDINARIO miércoles 12 de septiembre de 2018
El Santísimo Nombre de María
1Cor 7, 25-31; Sal 44; Lc 6, 20-26.
Habiendo atendido Jesús a enfermos y poseídos por espíritus inmundos, a sus discípulos les señala el camino para edificar el Reino en su vida ordinaria. No los saca de la realidad, les descubre una nueva dimensión.
El punto de llegada de este camino, propuesto como bienaventuranza, es ser rechazado por causa de Cristo. Es el primer examen: ¿estoy siendo perseguido por causa de Cristo? Si no, significa que necesito atestiguarlo en la fe.
¿He llorado por alcanzar el Reino de los cielos?¿me duele no vivir aún de acuerdo a la voluntad del Padre? Si la respuesta es no, necesito un paso antes, y me pregunto: ¿tengo hambre del amor del Padre?
Si aun mi respuesta es no, significa que necesita ir al principio. Al meditar este texto y ver que no lo vivo, depende de mí iniciar el camino para seguir de verdad a Jesús. ¿Estoy dispuesto a ser pobre? ¡Sí, pobre!
Ahí esta el primer punto en contra de la corriente social actual. Abandonarme totalmente en Cristo, despojándome de todo lo que me impide ponerme a su servicio, en su seguimiento. Sin dar este paso no puedo vivir hoy el Reino.
San Pablo, inspirado por el Espíritu, ante la preocupación por la pronta llegada de Jesús como Juez, nos llama a este primer paso: “conviene que los casados vivan como si no lo estuvieran; los que sufren, como si no sufrieran; los que están alegres, como si no se alegraran…”.
No nos detengamos en la situación de nuestro hoy como si fuera definitiva. Miremos al Padre, que oriente nuestro caminar hacia Él, definitiva meta de todos.
El nombre de María significa ‘llena de belleza’ de gracia, del amor del Padre. Ella nos guíe en la opción por Cristo abandonándonos como Ella al Padre. Actuemos en nombre de María Bella.