Homilía del señor Obispo Don Guillermo Ortiz Mondragón

XIX ORDINARIO jueves 16 de agosto de 2018
Misa Votiva de la Santísima Trinidad.
Ez 12, 1-12; Sal 77; Mt 18, 21-35–19, 1.
Tenemos, en nuestro lenguaje coloquial, algunas frases respecto al perdón: ‘te la paso pero me la debes’, ‘esto no tiene perdón de Dios’, ‘te la paso si me das o me haces esto’, ‘está bien, pero que nadie se dé cuenta’.
Salvo la última que supone una relación corrupta con algún tipo de autoridad, las demás se dan en relaciones familiares y de amistad. Nos podemos preguntar ante esto, ¿qué es el perdón? ¿cuándo puedo o tengo que perdonar?
Es el tema de la parábola de Jesús ante la pregunta de Pedro: “Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?”, a lo que Jesús responde el equivalente a ¡siempre!: “hasta setenta veces siete”.
Y el perdón está en la medida que corresponde decidir el asunto a quien se le pide perdonar. Nadie puede perdonar en lugar de otro, o en contra de una norma establecida de organización social o laboral.
Un hermano no puede perdonar al hermano ante una acción que ofende a los padres o la vida de la familia. Lo mismo una autoridad media a un empleado cuando la responsabilidad es de un nivel superior. ¡Pero sí pueden interceder!
Jesús reconoce quién es la autoridad superior, su Padre: “lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes si cada cual no perdona de corazón a su hermano”. El intercesor es el mismo Jesús dando la vida por nosotros.
Antes de la intercesión, está la prevención. Dios nos previene constantemente con su Palabra. Desde los profetas, como Ezequiel, nos va educando, diciendo por dónde ir y por donde no conviene.
El Padre tiene en su providencia esta prevención, que a través del Hijo es clara, es el Camino; por el Espíritu nos explica para ver y entender la realidad. Dios Uno Trino son Providencia permanente.

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