Homilía del Señor Obispo Don Guillermo Ortiz Mondragón

XI ORDINARIO miércoles 20 de junio de 2018
Por los Enfermos.
2Re 2, 1. 6-14; Sal 30; Mt 6, 1-6. 16-18.
Todos podemos alcanzar la libertad, es un derecho, un anhelo, un logro que está en nuestras manos. ¿Para qué esta libertad? Para hacer de nosotros lo que mejor queramos. Cada uno es responsable de sí mismo.
En este sentido nos preguntaríamos ¿qué es lo mejor? Lo que nos haga ser más nosotros mismos. Y la medida está en donde cada uno quiere ponerla. Podemos pensar en ideal de persona, de valores, de poderes.
El ideal que nos pone Jesús es su Padre, la perfección que hay en Él por el amor; la manera de lograrlo está en tres acciones que nos propone: limosna, oración y ayuno. Interesarnos por los demás, centrarnos en Dios, abrirnos a Él.
Estas acciones, ya práctica del judío piadoso, Jesús las lleva al más verdadero y profundo sentido: “tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará”. Es el Padre quien medirá tu acción, quien dará fruto en ti.
Somos superficiales, nos preocupa lo secundario. Al celebrar Sacramentos, atendemos más al escenario que a otra cosa: adorno, música, vestido etc.
En nuestras tradiciones, resaltamos lo externo: música, juegos pirotécnicos, adornar al santo, procesiones. Todo muy bueno pero si nos aleja del Señor es contraproducente.
Y en todo esto nos olvidamos del pobre, nos llenamos de todo y no dejamos espacio para Dios. Después quedamos vacíos, con la nostalgia de lo que pasó y no con el gozo permanente del encuentro con el Padre.
¡Qué profundo relato del encuentro entre Elías y Eliseo! Destaca la fidelidad entre quienes Dios llama y hace amigos, o padre e hijo espiritualmente; Dios acompaña al elegido.
La clave que nos indica que obedecemos al Espíritu es la caridad. Además de los enfermos, hay muchos descartados destinatarios de esta acción; para encontrar a alguien necesitad no tenemos pretexto. Oremos ayunando y danto limosna.