EL ALIMENTO DE LA PALABRA DE DIOS PARA NUESTRA FAMILIA

XII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

«NADIE PUEDE HACER LO QUE JESÚS HIZO

SIN UNA RELACIÓN PERSONAL CON ÉL»

Esta iniciativa tiene la intención de acercar más a las familias a los tesoros que abundan en la Palabra de Dios. Pongo en tus manos estos sencillos pasos que, si se llevan a cabo como se aconseja, estoy seguro que ayudarán a papás, hijos, abuelos y a todos los miembros de cada familia a conocer, comprender y poner en práctica lo que Dios una y otra vez nos dice en su palabra, que es pan que alimenta y vida para el mundo. El Espíritu Santo ilumine a cada familia en esta aventura, y la Virgen María y San José nos muestren a la Palabra hecha carne, a quien ellos mismos contemplaron.

Pbro. Martín González Soria

Catedral de San Buenaventura, Edo. de México.

PASO 1. ORAMOS EN FAMILIA PARA PREPARARNOS A ESCUCHAR

Estando reunida la familia hacen la siguiente oración:

Papá o mamá: Señor, Padre nuestro, queremos que tú seas el centro de nuestra familia. Te ofrecemos nuestro hogar y nuestro corazón. Especialmente te damos gracias por el don de la creación y de nuestra redención. Ponemos en tus manos a tantas familias que están pasando por momentos difíciles para que experimenten tu consuelo y tu paz. Amén

Todos los demás miembros de la familia: Señor, tu Palabra sea lámpara que ilumine nuestros pensamientos, palabras y acciones, a fin de que transforme y moldee el barro del que estamos hechos y así, cada vez más, tomemos la forma que tú quieres, que tú has soñado para esta familia. Virgen María, prepara nuestro corazón para acoger la Palabra como tú la acogiste y te alimentaste de ella. Amén.

Finalmente rezan juntos un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.

PASO 2. ESCUCHAMOS EN FAMILIA LA BUENA NOTICIA

Este paso consiste en la lectura pausada y repetida del texto bíblico que ha sido escrito para nosotros hasta que «el texto hable por sí mismo». No es una lectura para ilustrarnos o para ilustrar a otros sino para conocer la voluntad de Dios en la vida concreta de nuestra familia, en el hoy de nuestra historia. La actitud para acercarnos a la Palabra de Dios ha de ser de humildad y sencillez, en un ambiente de oración y de escucha. Esta escucha tiene la finalidad de prepararnos para el siguiente paso. Escuchemos con oídos de discípulos la Palabra de Dios que es viva y eficaz y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las foronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón» (Heb 4,12).

En este ambiente de oración leemos y escuchamos el pasaje bíblico: (un miembro de la familia lee 2 veces el pasaje del evangelio según San Lucas Capítulo 9, versículos 18-24)

+ Del Santo Evangelio según San Lucas 9, 18-24

Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos contestaron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros que Elías, y otros, que alguno de los antiguos profetas que ha resucitado».

            Él les dijo: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Respondió Pedro: «El Mesías de Dios». Él les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie.

            Después les dijo: «Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día».

            Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: «Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará».

Palabra del Señor.

PASO 3. PROFUNDIZAMOS LA PALABRA DE DIOS EN FAMILIA

(Un integrante de la familia lee lo siguiente)

Ejercicio: encerramos en un círculo los personajes que aparecen en el texto, encerramos en un rectángulo, con otro color, las actitudes de esos personajes; finalmente subrayamos con otro color los verbos, palabras o frases que más se repitan o que sean clave. Por ejemplo, un personaje es Jesús, una de sus actitudes es que está orando, otra es que interroga a sus discípulos, otra…, una frase es la doble pregunta que hace: ¿Quién dice la gente que soy yo?, ¿Quién dicen que soy yo?, etc.

Después de realizar este ejercicio profundizamos el texto bíblico con la lectura siguiente:

No es la primera vez que San Lucas nos presenta a Jesús haciendo oración, es significativo que en todas las decisiones más importantes y en todos los momentos cruciales, Jesús ora, se aparta a lugares solitarios para entrar en comunicación íntima con su Padre (Cf. Lc 3,21; 5,16; 9,28). Nuestro pasaje bíblico inicia con este escenario, Jesús está orando al Padre, y es en este marco en el que tienen lugar tres acontecimientos sumamente importantes: a) La profesión de fe de Pedro, b) El primer anuncio de la pasión y c) Las condiciones para seguir a Jesús.

Vamos por orden, la profesión de fe que hace Pedro comienza con una pequeña encuesta de dos preguntas que Jesús realiza a sus discípulos, la primera se distingue por su generalidad: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Las respuestas que esgrimen los discípulos están muy alejadas de la realidad, la gente no sabe quién es Jesús, saben que es un gran personaje humano, pero nada más, no llegan más allá; sus puntos de vista sobre Jesús son distintos, no logran llegar a una misma afirmación sobre su identidad, unos dicen una cosa y otros otra muy distinta, están confundidos. Estas reacciones dejan ver la diversidad de opiniones que en el momento en que Lucas escribe su evangelio circulaban en torno a la persona de Jesús, y al mismo tiempo, el peligro de esas afirmaciones al considerar a Jesús como alguien muy diferente a quien en realidad era; por eso no quiere que quien lo lea se quede con la duda y, acto seguido, con la segunda pregunta y su respuesta, aclara de una vez por todas la identidad de Jesús.

La segunda pregunta se distingue por su particularidad, una vez que Jesús ha escuchado lo que dice la gente sobre él, ahora se dirige al grupo más pequeño de sus discípulos: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Inmediatamente Pedro, en nombre del grupo pronuncia esta profesión de fe: «El Mesías de Dios». Ante esta respuesta Jesús pronuncia el primer anuncio de su pasión y las condiciones para seguirlo. A partir de aquí, Jesús comenzará una nueva etapa en la formación de sus discípulos, que tendrá como eje central la purificación de sus intenciones en su seguimiento y la verdadera identidad de aquel que ha venido a dar la vida y a resucitar por amor a nosotros y para nuestra salvación.

En sintonía con la respuesta que da Pedro, Jesús enseña a sus discípulos y a todos nosotros que su verdadera identidad, ser el Mesías de Dios, va unida inseparablemente a su misión: sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser entregado a la muerte y resucitar al tercer día. Jesús anuncia por primera vez a sus discípulos con total claridad y sin ambigüedades en qué consiste ser el Mesías, este anuncio de Jesús está muy lejos de lo que la gente decía de él e incluso de las pretensiones que los mismos discípulos se habían hecho de su persona. Ha llegado el momento en el que Jesús comienza a abrir los ojos de los discípulos sobre su identidad y misión, es como si les dijera: para esto he venido, para esto soy el Mesías de Dios, esta es mi misión, esta es la voluntad del Padre: padecer, morir y resucitar.

A partir de este anuncio los discípulos de Jesús de todos los tiempos, también nosotros, estamos llamados a purificar nuestras intenciones sobre la identidad de Jesús, ¿Quién ha sido Jesús para mí?, ¿Coincide lo que él me dice hoy en su Palabra con quien yo digo que es él?, ¿Mi vida es un reflejo de su identidad y misión?, ¿Qué ideas, concepciones, experiencias necesito purificar desde su pasión, muerte y resurrección?

Por último, Jesús, dirigiéndose a la multitud, nos hace una invitación que atraviesa toda la historia hasta nuestros días, nos propone no nos impone: «Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga»; esta invitación no sólo la dirige a sus discípulos sino a la multitud, había muchos que seguían a Jesús, una multitud, como tal vez hoy en día, sin embargo, Jesús sabe que hay quien lo sigue porque ha llenado su estómago (apenas antes de este pasaje Jesús había saciado a una multitud multiplicando los panes y los peces Cf. 9, 12-17) o por otros intereses o pretensiones que no coinciden con el verdadero seguimiento; de ahí que advertirá: el auténtico seguimiento implica libertad generosa y dispuesta, «si alguno quiere», a continuación viene lo más difícil del seguimiento: «que se niegue a sí mismo, que tome su cruz de cada día y que me siga»; negarse a uno mismo, tomar la cruz de cada día, y seguir a Jesús, ¿Coincide nuestro proyecto de vida con el proyecto que nos ofrece Jesús? Este proyecto no es más que su mismo proyecto, nuestro proyecto de vida está llamado a ser el mismo proyecto de vida de Jesús, que se negó a sí mismo, buscando hacer en todo la voluntad del Padre, padeciendo la cruz hasta el final y ofreciendo en ella su vida.

PASO 4. MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS EN FAMILIA

(El papá o la mamá dirigen este paso)

La meditación de la Palabra de Dios consiste en la aplicación del texto a lo que hoy en día estamos viviendo en nuestra familia. Una vez escuchado el texto bíblico, ahora se trata de reflexionar qué nos dice el texto a nuestra familia «hoy»; dejar que la Palabra interpele nuestra vida, purifique nuestros pensamientos, comportamientos y acciones. Es la búsqueda de la verdad y los valores ocultos en el texto con el fin de iluminar nuestra vida familiar, al hacer esto comienza la meditación. Se recomienda detenernos en una frase o actitud que nos haya impresionado y no tratar de agotar todo el texto. Preguntas que nos puedan ayudar: ¿A qué me está llamando aquí Jesús?, ¿En qué tengo que cambiar, cómo he de reaccionar en adelante, a qué me puedo comprometer en concreto, qué luz me da para entender mejor mi vida?, ¿Qué actitudes me invita a tener?, ¿Qué actitudes me invita a abandonar?

  • Jesús hace oración en los momentos más importantes de su vida: ¿Qué podemos hacer para que la oración en nuestra familia sea una práctica habitual?, ¿Oramos en familia ante los momentos importantes y cruciales?
  • Ante la primera pregunta de Jesús a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?», ¿Consideramos que la gente de hoy conoce a Jesús?, ¿Qué actitudes podemos adoptar como familia para que cada vez más gente conozca a Jesús?
  • La segunda pregunta de Jesús: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» hoy nos la dirige personalmente a esta familia, ¿Quién es Jesús para nosotros, ¿Qué podemos decir acerca de él?, ¿Qué experiencias de Jesús hemos tenido como familia?, ¿Cómo podemos acrecentar nuestra experiencia familiar con Jesús?
  • El primer anuncio de la Pasión, muerte y Resurrección de Jesús nos lleva a preguntarnos: ¿Quién ha sido Jesús para nosotros?, ¿Coincide lo que él nos dice hoy en su Palabra con lo que nosotros decimos que es él?, ¿Nuestra vida es un reflejo de su identidad y misión?, ¿Qué ideas, concepciones y experiencias erróneas necesitamos purificar desde su pasión, muerte y resurrección?
  • De frente a la invitación que Jesús nos hace a ser sus discípulos: ¿Qué nos mueve a seguir a Jesús?, ¿Lo seguimos por interés o por otros motivos?, ¿Qué motivos? Su proyecto: Pasión, Muerte y Resurrección, ¿es nuestro proyecto?, ¿Estamos dispuestos a negarnos a nosotros mismos para buscar sólo la gloria del Padre?, ¿Nuestra cruz se parece a la cruz de Jesús?, ¿Estamos convencidos que la vida es para darla como él la dio y no para conservarla para nosotros mismos?

PASO 5. ORAMOS CON LA PALABRA DE DIOS EN FAMILIA

(El papá o la mamá dirigen este paso)

La oración es la consecuencia natural de la confrontación, entre lo que nos ha dicho la Palabra de Dios y cuando la hacemos nuestra. Cuando en la meditación percibimos lo que Dios quiere de nosotros se experimenta la pequeñez y escasez de recursos con que se cuenta para ponerlo en práctica. Y ella desencadena el diálogo con Dios, que es centro de toda experiencia de oración, sea de alabanza, agradecimiento, súplica o petición de perdón. Entonces el texto bíblico se hace parte de la oración y presta de modo habitual el motivo y las palabras de la oración. La oración nos hace ver el mundo con los ojos de Dios; es decir, se van dejando de ver las cosas desde uno mismo y se logra “hacer de Dios parte normal de la propia vida”. En la oración se refleja el itinerario personal de cada uno en su caminar hacia Dios y su esfuerzo de vaciarse de sí mismo para dar lugar a Dios, al hermano, a la familia y a la comunidad.

  • Espontáneamente démosle gracias a nuestro Padre Dios por su Palabra
  • ¿Qué le decimos a Jesús para que seamos una familia orante?
  • ¿Qué gracias y dones le pedimos para ser una familia que lo haga conocer más a quien no lo conoce o está confundido?
  • ¿Qué gracias y dones le pedimos para ser una familia que lo conozca y lo ame más cada día?
  • ¿Qué gracias y dones le pedimos para seguirlo con nuestra cruz de cada día?

PASO 6. ACTUAMOS LA PALABRA DE DIOS EN NUESTRA VIDA

(El papá o la mamá dirigen este paso)

  • ¿Qué acciones concretas podemos hacer como familia para que esta Palabra que ha salido de los labios de Jesús y ha regado nuestro corazón vuelva a él convertida en frutos abundantes?

Después de compartir el punto anterior, todos terminan con esta oración: Gracias Padre bueno porque hemos escuchado, meditado y orado tu Palabra, tu palabra que es vida. Concédenos la gracia de crecer en el conocimiento y el seguimiento de tu Hijo Jesucristo, buscando siempre hacer lo que te agrada, como él lo hizo, y reconocer que la vida que nos has dado sólo alcanzará su plenitud en la medida en que se pierda por tu causa. Amén.

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