Pbro. Didier Munsiensi Mawete
La actitud de humildad y de abnegación de los reyes del pueblo, mueven el corazón de Dios hasta conceder sin tardar el perdón. Ayer el rey de Nínive, escuchó la predicación de Jonás, y se humilló, así movió el corazón de Dios, desde luego obtuvo el perdón para su pueblo. Hoy la reina Ester, demuestra la misma confianza al Dios omnipotente. Reconociendo el poder de Dios, pidiendo su auxilio. Lo más típico es la importancia que ella da a los libros que dejaron sus padres. Ahí vemos la fuerza de la palabra de Dios en la vida de la reina. Dirigir el pueblo no quiere decir tomar el lugar de Dios. Él es Rey de los reyes. El rey que se confía en Él tiene vida eterna. Al ejemplo de la reina Ester Jesús, en el evangelio nos dice: “pidan y se les dará; busquen y encontrarán; toquen y se les abrirá . En actualidad, pedir es la cosa la más humillante a los ojos de los hombres. Muchos piensan que al pedir se les quita el valor de su persona o que se le atenúe su ego. Jesús nos invita a pedir a Dios Padre el proveedor de todos. Si tenemos pena de pedir a los hombres por miedo de que nos menosprecien, tendamos mejor la mano insistente a Dios, que ni se indigna ni se burla de los que esperan en Él la vida y los demás bienes materiales para una existencia decente y fortificada. Buscarle a cada rato y tocar a su puerta para que nos brinde posada en su casa eterno son también exhortaciones de Jesús. La búsqueda de Dios se hace mediante una oración perseverante como dice san Pablo: “oren sin cesar” (Tes 5,17). Esto, no significa que vamos estar siempre hincados frente al altar de una iglesia o del altarcito de su casa. Orar sin cesar se refiere a que nuestra vida entera sea oración, es decir que, nuestras acciones cotidianas sean acompañadas de oración interior. Una mujer que anda cocinando, limpiando o trabajando en su empresa, acompañe sus labores con la oración secreta. De esa forma Dios estará presente y el éxito será asegurado. De lo mismo el varón Cristiano nunca olvidará ponerle más Espíritu Divino a sus quehaceres de cada día. Por último, es de suma importancia que el orante busca siempre la voluntad de Dios en todo. Esto nos preservará de cualquier engaño del maligno que no nos responde Dios y se tarda mucho para atendernos. Señor, como hizo la reina Ester, nosotros te pedimos que nos concedas una vida tranquila, protégenos contra los peligros de los engaños del maligno y de toda persona mal intencionada. ¡Gracias por escucharnos!