CUARESMA CAMBIO CONQUISTA

+Guillermo Ortiz Mondragón

Cuaresma, para los católicos, significa tiempo de purificación, de recomenzar desde Cristo, hacia una vida más plena bajo la acción del Espíritu Santo, como una opción libre, consciente, muy personal, por encima de cualquier otra cosa.
Cuaresma es un término que tiene relación con el 40, número que señala en la Escritura varios acontecimientos que invitan a un cambio profundo: el diluvio, el camino de 40 años en el desierto, el camino del profeta Elías.
Cuaresma, que implica cambio, señala también los 40 días de Jesús en el
Desierto para ser tentado, superando la caída de Adán y Eva, es decir de la
humanidad, para recuperar la dignidad y la libertad de los hijos de Dios.
Cambio entonces no es sólo un ropaje externo distinto, o unas prácticas
nuevas, o volver al templo y ya. Cambio significa una acción interior que se
refiere a la vida toda, con una nueva orientación de su sentido. ¿Para qué
vivir?
Cambio, por tanto, implica una apertura a quien nos ha dado la vida y, en
consecuencia, nos señala el sentido de ésta. Reorientar nuestra vida desde la vida de Cristo, con la decisión de que asumamos su Palabra, su mensaje, su doctrina… Cambio es “alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación” (E. N. 19).
Conquista, entonces, de nuestra identidad, bajo la acción del Espíritu Santo
que actúa en Cristo y en cada uno de nosotros, para ser en verdad iluminados por Cristo, santificados por el Espíritu, en verdad hijos de Dios, miembros de la Iglesia.Conquista de un nuevo modo de vivir a partir del amor gratuito, enlazado con la verdad en todos sus aspectos, la autenticidad de vida, la libertad interior y no caer en el temor del mundo: qué dirán, tengo que quedar bien, puedo aprovecharme.
Conquista de la comunión como Iglesia para ser signo de Cristo Resucitado en el mundo, promoviendo la vida desde el evangelio que en concreto está en términos de la justicia, la reconciliación, el perdón, la paz, el cuidado de la casa común.
Cuaresma, cambio y conquista, son tres palabras claves para vivir este tiempo.
La ayuda que el Señor nos da está en otros tres elementos que necesitamos
recuperar y a los que hemos de dar su lugar preponderante.
La Palabra de Dios, porque Dios nos habla. Escucharla, meditarla, para
entenderla y no contaminarla de ideologías, pensamientos personales,
tradiciones que nada tienen que ver con Ella. Purificarnos por la Palabra.
La Liturgia, como lenguaje no verbal de la Iglesia, que, por signos, gestos,
símbolos, nos va llevando de la mano en el crecimiento interior, hacia una
vida en Cristo purificada por el Espíritu Santo en la Iglesia, un encuentro
personal y humanizante.
La Comunión, como expresión de vida fundamental del seguimiento de Cristo para crear el signo de su presencia viva. Amor de unos a otros, amor a los enemigos, amor de servicio a los pobres, marginados, víctimas.
Desde nuestra Madre de Guadalupe podemos hacernos un propósito. Seguir construyendo la Casita que nos pide especialmente para los más desvalidos.
Casa que sea centro de escucha en la parroquia y todo centro evangelizador.
Una buena Cuaresma nos lleva a una buena Pascua, en donde el signo de
Cristo Resucitado son los renacidos por la iniciación cristiana, la comunidad eclesial, y el Cirio Pascual. Vivamos el camino de la Cuaresma como Iglesia viva.

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