Homilía del Señor Obispo Don Guillermo Ortiz Mondragón

XXVI ORDINARIO miércoles 2 de octubre de 2019
Los santos ángeles custodios
Neh 2, 1-8; Sal 136; Mt 18,1-5.10
Nuestra vida pide que siempre estemos inmersos en distintos tipos de relación con los
demás. Así sea desde la familia, la escuela, los vecinos, el trabajo. Y la preocupación es que
en cada uno seamos acogidos, reconocidos, tengamos algún lugar especial.
La pregunta de los discípulos a Jesús es natural. Aunque todavía no comprenden a fondo de
qué se trata el Reino que el Maestro anuncia, los discípulos le preguntan por quién será el
más grande, que podría traducirse por el más poderoso, el mejor, el importante en él.
Es sorprendente la respuesta de Jesús para entrar: “Yo les aseguro a ustedes que si no
cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos”. Y la
consonancia: “quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de
los cielos”.
Pone físicamente a un niño ante ellos, ante nosotros. Un niño que es pequeños, dependiente
de sus padres, humilde. Quienes sirven a los niños, sus ángeles “ven continuamente el
rostro de mi Padre, que está en el cielo”.
Si los cuidadores de los niños ven a Dios, los niños son más que ellos, por eso la dignidad
del niño, de los demás es más importante que mi cargo y los he de tratar así y he de vivir así
ante el Padre que me da la vida con todo su sentido.
La osadía de Nehemías, servidor del rey, es notable y valiente a la vez. Sabe que su
intención es recta ante Dios, y como niño pide la ayuda necesita. Podemos entender que
nuestros deseos ante Dios han de ser sencillos como los de los niños.
Ahora que celebramos los santos ángeles custodios, agradezcamos a Dios y como niños
invoquemos a estos mensajeros suyos para que nos protejan.

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