III ADVIENTO domingo 16 diciembre 2018
Sof 3, 14-18; Sal Is 12; Fil 4, 4-7; Lc 3, 10-18.
Nuestra Nación ha vivido situaciones difíciles en su desarrollo; también ha gozado de signos maravillosos de parte de Dios. Al comienza de su existencia la Madre del Cielo viene a nosotros para unir desde la fe razas, culturas.
Ante la persecución la Iglesia se mantuvo firme y dio paso a la Fiesta de Cristo Rey, ahora Universal. Mantiene las posadas como experiencia de gozo, amor y paz. Pero adolecemos todavía del rompimiento fe-vida. no vivimos nuestra fe.
Juan el Bautista, ante la pregunta de sectores representativos de la sociedad en su tiempo, les anima a ellos, y a nosotros hoy, a llevar la fe a la vida: caridad, justicia y no corrupción. Nuestra fe se ha de prolongar a la vida cotidiana.
Es la preparación para recibir al Mesías Salvador y se cumpla la profecía: “El Señor ha levantado su sentencia contra ti, ha expulsado a todos tus enemigos”. Si hay enemigos es porque no hay caridad, ni justicia y sí corrupción.
El Mesías que viene, Jesús de Nazaret, Hijo de Dios, es quien nos trae la vida verdadera. Es el deseo del apóstol “que la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”.
México tiene como cultura de base el cristianismo católico. Está su vida bajo la presencia de los primeros evangelizadores guiados por nuestra Madre de Guadalupe y la respuesta generosa de San Juan Diego.
En un momento delicado de su proceso de identidad, surge la figura de los mártires que proclaman a Cristo como Rey. A Él es a quien esperamos. Es Él quien viene a ofrecernos su reinado.
En esta primera posada revisemos nuestra historia personal y social, valorar la presencia de Dios y decidirnos unir la fe a la vida. ¡Ya tenemos al Espíritu Santo desde el Bautismo!