Homilía del señor Obispo Don Guillermo Ortiz Mondragón

IX ORDINARIO martes 5 de junio de 2018.
San Bonifacio Mr.
2Pe 3, 12-15. 17-18; Sal 89; Mc 12, 13-17.
Es verdad que encontramos personas con la actitud con la que se acercan a Jesús, adulándolo, alabando su bondad. ¡Cuántas personas se nos acercan así! Quieren vendernos algo, quitarnos algo, involucrarnos en algo.
¿Qué buscaban estos con Jesús? Si hacen una pregunta capciosa quieren confundirlo y hacerlo decir algo supuestamente que es la segunda intención. En Jesús hay claridad, sólo una intención, la voluntad de su Padre.
Su respuesta es directa, en contacto con la realidad: “Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. En el fondo está una pregunta que los mismos que lo quieren confundir no perciben, ¿a quién hay que obedecer?
La obediencia es ante todo a Dios, y el Cesar tiene otra tarea que hemos de someter a Dios. ¿a quién ponemos primero? ¿A Dios? ¿al hombre? ¿La ley de Dios? ¿las leyes humanas? Necesitamos discernir lo que es de Dios.
Recordemos que: “nosotros confiamos en la promesa del Señor y esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia”. Dios ya nos ha dado una vocación, un camino a seguir. A eso hemos de someterlo todo.
Las responsabilidades en el mundo podemos asumirlas desde la mirada del Padre sobre nosotros, es Él quien nos da la vocación para la edificación de su reinado en el mundo. Ahí enfocamos nuestra tarea en el mundo.
Hoy celebramos a un hombre que supo discernir su vocación y actuar en coherencia con su fe. El obispo san Bonifacio era monje, el Papa Gregorio lo hace obispo; recorrió toda Alemania como misionero y fundó varias diócesis y monasterios.
Ante los conflictos políticos y religiosos, fue perseguido y asesinado junto con 52 compañeros. No cesó en su entrega edificando el “cielo nuevo y la tierra nueva” que Jesús inicia.

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