Homilía Del señor obispo Don Guillermo Ortiz Mondragón

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR domingo 13 de mayo de 2018.
Blanco Solemnidad
Hech 1, 1-11; Sal 46; Ef 4,1-13; Mc 16, 15-20.
Los discípulos son convocados por el Señor Resucitado para un momento de gran trascendencia. Después de que ellos pueden dar fe de que lo han visto vivo y que ha cumplido su promesa, los envía al tiempo que vuelve a su Padre.
Tiene, pues, todo un sentido de continuidad no sólo en Jesús, Hijo de Dios, sino en los mismos discípulos, la misión y la Ascensión del Señor. Jesús no se separa de sus discípulos en su anuncio del Evangelio.
“el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían” ¡Actúa con ellos Resucitado! A la pregunta que hacen los discípulos sobre la restauración de Israel, Jesús habla de la promesa del Espíritu Santo.
“cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes, los llenará de fortaleza y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos rincones de la tierra”. No entienden los discípulos de qué se trata todavía.
Nosotros mismos no comprendemos el todo de la resurrección del Señor. Creer en Cristo resucitado no significa que Él está allá, en otro lado, y nosotros lejos, o que Él me da salud, fuerza para lograr mis propósitos terrenos.
Pablo nos dice qué sí es la resurrección del Señor: “Yo, Pablo, prisionero por la causa del Señor, los exhorto a que lleven una vida digna del llamamiento que han recibida”. Esclavo por el amor y esclavo por la misión.
Pablo sabe que Cristo está vivo, lo ha encontrado. Lo que él hace no es otra cosa que vivirlo, anunciarlo, aceptar la persecución y la cárcel, está ya dando su vida por quien ha dado la vida por él.
La Ascensión del Señor nos lleva a mirar desde el Padre nuestra vida como una constante subida hacia Él, construyendo nuestra sociedad como sus hijos.

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